2013/08/30

Las cúscutas de río


Las cúscutas (género Cuscuta) son plantas con aspecto de madeja de hilo que crecen parásitas sobre otras especies, introduciendo en sus tallos raíces llamadas ‘haustorios’ que permiten extraer los nutrientes que necesitan. Pertenecen a la misma familia que las correhuelas (género Convolvulus) y las campanillas de jardín (género Ipomoea), las Convolvuláceas, aunque muchos expertos prefieren separarlas en una familia independiente, las Cuscutáceas.

Aspecto estival del arroyo Caganchas en 2013, donde pueden apreciarse los tramos de tono amarillento dominados por  la cúscuta. Más de cerca (derecha) puede apreciarse el aspecto de la planta, cuyos tallos semejan madejas de hilo. Belalcázar, 09.08.2013.

En Belalcázar crecen varias especies de este grupo, siendo la más llamativa la cúscuta amarilla o de los arroyos (Cuscuta australis), por la impronta paisajística que llega a alcanzar en los veranos de años lluviosos. Las imágenes que se aportan aquí fueron tomadas este año en el arroyo Caganchas de Belalcázar, en el tramo que va del cerro de la Penitencia a la base del Castillo de los Sotomayor.

Aspecto de la madeja de tallos de cúscuta, cubriendo gran parte de la vegetación herbácea. 09.08.2013

Como podréis ver, la cúscuta llega a formar manteles de varios metros cuadrados alinéandose sobre la vegetación palustre, donde puede crecer sobre cualquier especie huésped. No obstante, tiene especial predilección por los ‘reznos’ o ‘arrancamoños’ (Xanthium italicum) que tienen precisamente en este tramo del Caganchas mayor abundancia que en otras zonas del término.

Detalle de tallos de Cuscuta australis con los glomérulos de flores y frutos. 09.08.2013.

A diferencia de sus parientes ya mencionados como correhuelas o campanilleras, las cúscutas tienen flores inconspícuas y poco vistosas, agrupadas en glomérulos, que dan lugar a pequeñas cápsulas donde se generan y maduran las semillas.

2013/08/29

Las hierbas pulgueras



Aspecto estival de un campo belalcazareño dominado por las matas de matarrabias (Pulicaria arabica subsp. hispanica), especie frecuente cerca de arroyos y depresiones del terreno. 03.08.2013

Entre las plantas que dominan los campos y caminos belalcazareños en la segunda mitad del verano, encontramos las llamadas ‘hierbas pulgueras’, que reciben este apelativo por haberse usado en el pasado en la desinfección de los habitáculos humanos y sus pertenencias, al ahuyentar a las pulgas y otros parásitos. Por Los Pedroches, La Serena y el Valle de Alcudia abundan particularmente dos plantas que han recibido este apelativo, perteneciendo ambas a la familia de las Asteráceas o Compuestas.

 
Aspecto de la planta de matarrabias. Belalcázar,  08.2001.


Una de ellas es la ‘matarrabias’ (Pulicaria arabica subsp. hispanica = P. paludosa), mata baja de aspecto desgarbado, poco denso, acabado en cabezuelas con flores amarillas, que crece sobre todo allá donde se estanca el agua como cunetas, inmediaciones de arroyos, etc. Su nombre popular quizá provenga precisamente de la virtud preventiva contra pulgas, chinches y otros parásitos. El olor de la planta es característico, y bastante desagradable para la mayoría de olfatos.


Capítulo florales de matarrabias (Pulicaria arabica subsp. hispanica). 08.2008 



Otra especie de este grupo es la ‘olivardilla’, ‘pegajosa’ o ‘pulguera’ propiamente dicha (Dittrichia graveolens), hermana menor de la ‘olivarda’ (D. viscosa), pero mucho más abundante que aquella por los caminos y eriales belalcazareños. A diferencia de la matarrabias, que podemos ver en flor gran parte del verano, ésta otra se reserva para el final de la estación o lo hace ya en pleno otoño. Su olor es también fuerte aunque a menudo se considera menos desagradable. Cuestión de gustos, obviamente.


 
Aspecto de matas de olivardillas (Dittrichia graveolens). Belalcázar, 08.2013 y  07.2009.


El olor que emiten ambas plantas, y que les confiere la virtud desinsectante, proviene de las esencias que se acumulan en glándulas en sus hojas y tallos, que resultan po ello pegajosas al tacto. La viscosidad hace que a menudo queden adheridas a las plantas semillas de otras especies, plumas, restos de hojas, etc.  

 Floración de Dittrichia graveolens. 11.2011

En tierra de malagones

Por Belalcázar llamábamos siempre 'malagones' a los pizarrales, esos terrenos donde las pizarras acaban por dominar totalmente el paisaje. Los clásicos son los malagones negros, de pizarras bituminosas, aunque también los hay más rojizos, donde de paso suelen abundar los derrubios o coladas de lajas, los 'canchales' propiamente dichos. La mayoría son terrenos del Silúrico y el Ordovícico, aunque en algunos tramos se remontan al Cámbrico, compartiendo a veces el terreno con grandes vetas de calizas negras. Hay quien llama a estas pedrizas 'lanchales', pero ya sabéis que las 'lanchas' son más bien los grandes afloramientos horizontales de rocas, sobre todo las de granitos (o sea, como los berroques o pedroches, pero cuando aún no asoman mucho del terreno o cuando la erosión los ha dejado como la palma de la mano).

 
Canchales incipientes en los taludes recientes de la carretera de Belalcázar a Cabeza del Buey. 09.08.2013.

Por Los Pedroches, La Serena y el Valle de Alcudia abundan los canchales, y algunos de ellos son realmente espectaculares, quizá llevan miles de años en los mismos sitios porque el espesor del estrato de lajas impide que la vegetación leñosa llegue a instalarse sobre ellos. Entre los más cercanos a Belalcázar se encuentran los de la umbría de la Sierra del Oro, cerca de Puerto Hurraco; aunque se la llama también Sierra de Puerto Hurraco, sus terrenos corresponden realmente a Zalamea y Monterrubio de la Serena. Los encinares siguen sin atreverse a dar el paso para adueñarse de estos canchales, a pesar de tenerlos rodeados, y de que algunos son tan cóncavos que casi recordarían pequeños circos glaciares.

Canchales de la Sierra del Oro o de Puerto Hurraco, rodeados de encinares. 20.08.2013.

Estas pedrizas, como los taludes rocosos de las carreteras cercanas, son hogar de unas cuantas especies singulares de plantas, de las que ya hemos hablado en más de una ocasión, como ocurre con la boca de dragón (Antirrhinum graniticum), el clavelillo de pastor (Dianthus lusitanus y D. crassipes), la bracera cordobesa (Centaurea cordubensis), la escrofularia de roca (Scrophularia oxyrhincha) o las diversas especies de dedaleras (Digitalis thapsi y D. mariana en sentido amplio), todas ellas endémicas -exclusivas- de la península, y en algunos casos con óptimo de distribución mundial en este sector de Sierra Morena. Este hábitat de pedrizas no es el hogar perfecto para ninguna de esas especies, que prefieren más bien las repisas rocosas de pizarras, cuarcitas o granitos, pero no es raro ver pies sueltos de todas ellas, sobre todo cuando las laderas se orientan a umbría; en el caso de la escrofularia, más exigente en humedad y sombreo, es más fácil verla al pie de roquedos que se yerguen entre los canchales, siempre en las posiciones más recogidas.


Antirrhinum graniticum, ejemplar cultivado en el Jardín Botánico de Valencia. 06.2011.


Izq.: Dedalera mayor o pegajosa (Digitalis thapsi), endémica del sector centro-occidental ibérico, frecuente sobre todo en nuestra zona sobre granitos pero también observable en pizarras masivas. Belalcázar. 04.2000. Der.: Dedalera blanca, Digitalis mariana subsp. heywoodii, exclusiva del tramo central de Sierra Morena, con óptimo cordobés septentrional. Fuente La Lancha, 05.2000.


Centaurea cordubensis, endemismo del tramo central de Sierra Morena, con óptimo de distribución en Los Pedroches y comarcas colindantes. Belalcázar, Monte Malagón, 08.2012.


Dianthus crassipes, endemismo del área central de Sierra Morena. Alcaracejos, caídas del río Cuzna, 08.2010


Dianthus lusitanus, endemismo de amplia distribución luso-extremadurense, en el cuadrante suroccidental de la Península Ibérica. Izq.: Cabeza del Buey, Sierra de Tiros, 07.2007; Der.: Belalcázar, Monte Malagón, 08.2007.


Scrophularia oxyrhincha, especie endémica exclusiva de La Serena y comarcas colindantes. Sierra de Chillón (Ciudad Real), 04.2000.

2013/08/28

Una nota de color ... azul



Capítulo floral de Jasione montana var. gracilis. Belalcázar, 03.08.2013



En el verano los campos pedrocheños lucen predominantemente el tono gris de las ceras y cubiertas pelosas de la mayoría de plantas que se atreven a sobrevivir a la dura sequía, como amarantos, cenizos, etc. Pero al acercarnos a los arroyos es fácil ir descubriendo más colores, dominando sobre todo los tonos amarillentos y rosados. Son una excepción las plantas de flores azuladas, entre las que la expresión más humilde es probablemente el ‘botón azul’ o ‘azulejillo’ (Jasione montana), de la que abunda en primavera una forma algo más alta (la variedad montana); las formas tardías, más pequeñas (variedad gracilis) prolongan a menudo su floración en la primera mitad del verano, aunque siempre en sitios donde se mantienen frescos los suelos.  Esta planta pertenece a la familia de las Campanuláceas, pero a diferencia de las verdaderas 'campanillas' (género Campanula) sus flores no suelen aparecer aisladas sino agrupadas en capítulos, formando cabezuelas cubiertas por brácteas u hojuelas basales más anchas. 


Planta en floración y detalle de lasa brácteas del capítulo de flores de J. montana var. gracilis, en ejemplares de campos cercanos al Embalse de la Colada. 06.08.2008.

El olor de los arroyos




En el verano el olor de los arroyos belalcazareños se uniformiza, y en la mayoría de ellos domina el aroma del ‘mastrancho’ (Mentha suaveolens), llamado en otras zonas mastranzo,  mentastro  o yerbabuena falsa. El nombre científico ya nos indica que pertenece al género de las mentas, poleos y yerbabuenas (Mentha), compuesto por especies propias de ríos y enclaves húmedos. A cambio el nombre específico, ‘suaveolens’, hace poco merecimiento a la realidad de la planta, cuyo aroma no es en absoluto suave comparado con el resto de mentas y poleos.

 
Mastrancho (Mentha suaveolens). Belalcázar, 09.08.2013 


A diferencia del poleo de río (Mentha pulegium), también frecuente en Belalcázar, las flores son blancas y se disponen en grupos cilíndricos más o menos alargadas. Por el contrario, el verdadero poleo posee flores azulado-violáceas, que forman glomérulos más o menos esféricos. Además las hojas del mastrancho son más alargadas, rugosas, y de color verde claro, mientras las del poleo son menores, más acorazonadas y de tono verde-grisáceo.


   
Floración del poleo (Mentha pulegium) en Belalcázar. 


El mastrancho puede tomarse en infusión, con virtudes similares a las del poleo, pero su olor más desagradable ha hecho que se rechace tradicionalmente para ese uso. Como la mayoría de especies de su familia -las Lamíaceas o Labiadas- posee virtudes vulnerarias y antisépticas, usándose ocasionalmente en emplastos sobre las heridas superficiales de la piel, rozaduras, etc.