2016/04/12

¿Un año raro para las criadillas?

Vado del Zújar en el Paso de la Virgen (Belalcázar) a finales de marzo de 2016, dodne puede apreciarse el bajo nivel del agua respecto a otros años por las mismas fechas. 

La meteorología ha sido un poco extraña en 2016, con menos lluvias de las esperables, afectando sobre todo a los sitios de suelos arenosos -buena parte del término de Belalcázar y de la mayoría de los del Valle de Los Pedroches- por su menor capacidad de retención de agua. Ello, unido al cambiante ritmo de aumentos y descensos de temperaturas en los primeros meses del año, ha hecho que muchos de los ciclos usuales de las plantas se hayan alterado, y de paso el de las especies asociadas a éstas. Entre esas especies asociadas podemos incluir a nuestras populares criadillas, hongos subterráneos del género Terfezia, de las que por esta época pueden localizarse dos diferentes: la criadilla roja (T. leptoderma) y la criadilla común (T. arenaria).  

Matas de la hierba de la criadilla (Tuberaria guttata), con una criadilla roja (Terfezia leptoderma) a su lado.

Como ya hemos indicado en más de una ocasión las criadillas crecen sobre las raíces de la 'huerba turmera' o 'yerba de las criadillas', Tuberaria guttata (=Xolantha guttata), una planta anual que en ocasiones es incluso menor que el hongo que crece a sus pies. Al menos a finales de marzo se podían encontrar dispersas las criadillas rojas, en tanto las comunes aparecen más a menudo a partir del mes de abril, si la combinación de temperaturas y precipitaciones así lo permite.


Arriba, criadillas rojas, junto a 'pedos de lobo' de la especie Bovista plumbea, muy abundantes a principios de primavera, y comestibles de sabor aceptable si se recolectan jóvenes, antes de que empiecen a esporular. Abajo, criadilla roja cortada por el centro, mostrando el aspecto granular de su gleba o 'carne', objeto de diversos platos tradicionales belalcazareños.


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